Adolphe Appia y Gordon Craig
Adolphe
Appia (1862-1928) fue uno de los grandes renovadores del teatro, a partir de
sus trabajos sobre la música escénica, sobre todo en el drama wagneriano. Había
estudiado música en Ginebra y Leipzig. Precisamente su libro más importante se
titula La música y la puesta en escena, comenzado en 1892, con primera edición
(Munich, 1899) ilustrada con dibujos del propio autor. Los bocetos de sus
"espacios rítmicos" los inició en 1909. Curiosamente, Appia no es un
creador prolífico. Sus más importantes aportaciones vinieron de diseños de
ópera. En este sentido, ha sido más interesante la influencia que generó, que
su propio trabajo.
La estética
de Appia se dirige a reforzar la acción dramática a través de la escena
simbolista, apartándose totalmente del naturalismo. Para ello manejó con
especial énfasis la luminotecnia (la "luz viva" que decía, mutable
además), utilizando las nuevas posibilidades de la electricidad; rompió con el
viejo escenario a la italiana, sustituyendo el decorado de tela por
construcciones corpóreas y practicables, en donde el juego del actor, su
movimiento corporal, tendría una importancia básica ("la puesta en escena
es un cuadro que se compone en el tiempo"). En sus diseños, Appia colocaba
a los actores en lugares distintos según cada escena, siempre con sus
correspondientes cambios de luz. Era la primera vez que se producía el
razonamiento de la puesta en escena, como algo vivo y cambiante. Asimismo, sus
esfuerzos buscaron la integración de la música en el teatro.
Gordon
Craig (1872-1966) es el otro gran hombre de teatro de entre siglos. Actor
primero, su labor como director, escenógrafo y teórico, dejaron decisiva huella
en el desarrollo de la escena imaginativa y antinaturalista. El Arte del Teatro
(1905) fue su primer \ más importante ensayo. Para él, la esencia del arte
teatral está en proporcionar valor dramático a la línea y al color con el
movimiento. "Si admitimos que el hombre de carne y hueso se exprese por
medio de gestos realistas, ¿por qué no aceptar también que la realidad escénica
pueda soportar una pantomima realista?", afirma Craig. De sobra es
conocida su relación artística y sentimental con Isadora Duncan, famosa por sus
alardes con el cuerpo en la danza moderna.
De 1908 a
1929 publica la revista The Ma.rk, donde escribe artículos con más de setenta
seudónimos. En ella aporta, además de ensayos sobre historia del teatro,
estudios sobre aspectos rituales de la escena, que se sitúan más cerca del
teatro griego y el Noh japonés, que de la literatura dramática y el realismo.
Su encuentro con Appia (Zurich, 1914) hizo más identificable la trayectoria de
ambos. Como el teórico suizo, Craig se fija en el espacio, las luces y el
ritmo. Renuncia a las bambalinas y telones pintados en beneficio de estructuras
tridimensionales. Inventa pequeños y móviles biombos para sustituir la función
del escenario habitual; así presentó un Hamlet (1912) en el Teatro de Arte de
Moscú, a requerimiento de Stanislavski. Al igual que Appia, los trabajos
prácticos de Craig fueron muy escasos, en comparación con sus escritos.