Materia Electiva Cátedra de Morfología 3 Facultad de Arquitectura y Urbanismo - UNT
viernes, 24 de octubre de 2014
martes, 21 de octubre de 2014
Grandes Aportes al Diseño Teatral
Adolphe Appia y Gordon Craig
Adolphe
Appia (1862-1928) fue uno de los grandes renovadores del teatro, a partir de
sus trabajos sobre la música escénica, sobre todo en el drama wagneriano. Había
estudiado música en Ginebra y Leipzig. Precisamente su libro más importante se
titula La música y la puesta en escena, comenzado en 1892, con primera edición
(Munich, 1899) ilustrada con dibujos del propio autor. Los bocetos de sus
"espacios rítmicos" los inició en 1909. Curiosamente, Appia no es un
creador prolífico. Sus más importantes aportaciones vinieron de diseños de
ópera. En este sentido, ha sido más interesante la influencia que generó, que
su propio trabajo.
La estética
de Appia se dirige a reforzar la acción dramática a través de la escena
simbolista, apartándose totalmente del naturalismo. Para ello manejó con
especial énfasis la luminotecnia (la "luz viva" que decía, mutable
además), utilizando las nuevas posibilidades de la electricidad; rompió con el
viejo escenario a la italiana, sustituyendo el decorado de tela por
construcciones corpóreas y practicables, en donde el juego del actor, su
movimiento corporal, tendría una importancia básica ("la puesta en escena
es un cuadro que se compone en el tiempo"). En sus diseños, Appia colocaba
a los actores en lugares distintos según cada escena, siempre con sus
correspondientes cambios de luz. Era la primera vez que se producía el
razonamiento de la puesta en escena, como algo vivo y cambiante. Asimismo, sus
esfuerzos buscaron la integración de la música en el teatro.
Gordon
Craig (1872-1966) es el otro gran hombre de teatro de entre siglos. Actor
primero, su labor como director, escenógrafo y teórico, dejaron decisiva huella
en el desarrollo de la escena imaginativa y antinaturalista. El Arte del Teatro
(1905) fue su primer \ más importante ensayo. Para él, la esencia del arte
teatral está en proporcionar valor dramático a la línea y al color con el
movimiento. "Si admitimos que el hombre de carne y hueso se exprese por
medio de gestos realistas, ¿por qué no aceptar también que la realidad escénica
pueda soportar una pantomima realista?", afirma Craig. De sobra es
conocida su relación artística y sentimental con Isadora Duncan, famosa por sus
alardes con el cuerpo en la danza moderna.
De 1908 a
1929 publica la revista The Ma.rk, donde escribe artículos con más de setenta
seudónimos. En ella aporta, además de ensayos sobre historia del teatro,
estudios sobre aspectos rituales de la escena, que se sitúan más cerca del
teatro griego y el Noh japonés, que de la literatura dramática y el realismo.
Su encuentro con Appia (Zurich, 1914) hizo más identificable la trayectoria de
ambos. Como el teórico suizo, Craig se fija en el espacio, las luces y el
ritmo. Renuncia a las bambalinas y telones pintados en beneficio de estructuras
tridimensionales. Inventa pequeños y móviles biombos para sustituir la función
del escenario habitual; así presentó un Hamlet (1912) en el Teatro de Arte de
Moscú, a requerimiento de Stanislavski. Al igual que Appia, los trabajos
prácticos de Craig fueron muy escasos, en comparación con sus escritos.
Teatro, Escenografía, Espacios Escénicos, Historia. 06
Parte 06 Comedia renacentista y
commedia dell'arte
21. Comedia
renacentista italiana
21.2.
Principales obras y autores
21.4.
Características de la “Commedia dell’arte”
21.5.
Técnica y estructura
21.6.
Personajes y máscaras
21. COMEDIA RENACENTISTA ITALIANA
El
desarrollo del teatro en la Italia del siglo XVI se produce dentro de un medio
político dividido, fragmentado, que, en contra de lo que sucederá en países
como Inglaterra, España o Francia, que basan su desarrollo cultural en un
centralismo más o menos camuflado, caracteriza la comedia renacentista desde
los distintos sectores regionales y dialectos que la constituyen.
Vimos en el
capítulo anterior que más que en justificaciones preceptistas, hay que entender
el teatro del Renacimiento como la expresión de un nuevo sistema de ideas, las
cuales buscaron su acomodo en los escenarios con las novedades de rigor. De esta
manera, sus principales autores no tuvieron especial empeño en desdecir las
teorías aristotélicas, sino que pusieron en los escenarios un moderno sentido
de la moral de su clase social.
Ello los
condujo a la adopción del formato de la comedia, con lo que iniciaron la
transgresión genérica clásica. Dejaron a un lado, para otro momento, la
categoría de la tragedia, con el fin de descender a la cordialidad de la
comedia, en la cual podían tratar con mayor libertad los problemas de la clase
media que representan.
La comedia
italiana surge cuando dos vectores culturales se conciben y funden: uno, la
idea de restaurar las formas clásicas escénicas, como consecuencia del
humanismo imperante; otro, el deseo de hacer evolucionar el espectáculo
escénico dentro de evidentes cánones populares, en donde se prefieren los
perfiles cómicos a los trágicos.
De ahí
surge un tipo de obra cuya estructura está relacionada con la comedia latina,
más como lógica continuación clasicista que como subordinación a las
preceptivas, pues éstas aparecen hacia la mitad del siglo, justamente cuando la
comedia renacentista alcanzaba su máximo desarrollo.
Las cinco
características jornadas clásicas responden con exactitud al ritmo de la
acción. Desde la primera, que explica los antecedentes de la trama, a la quinta
y última, que contiene su deselance, los actos se corresponden con los
episodios, cuyo transcurso se verifica momento a momento; es decir, un
seguimiento de la acción, al modo de Plauto, pero más recargado de elementos
novelescos, en donde la referencia de Boccaccio aparece como gran telón de
fondo.
Los temas y
personajes del Decamerón, adaptados al siglo XVI, son seguidos por los
dramaturgos de entonces, haciendo del escenario un reflejo de los modos de vida
y un ejemplo de las buenas costumbres.
De las
buenas y, sobre todo, de las malas. Lo cual configura un tejido teatral
satírico, moralista y a la vez espectacular, que sólo avanzando el siglo
adquirirá tonos más melodramáticos. La comedia viene a ser, en este sentido, un
documento social de primera magnitud, hecho desde los cánones burgueses propios
del momento.
La comedia
renacentista italiana sigue las unidades clásicas de lugar y tiempo. La primera
va apoyada en el espacio escénico que para tal género propuso Vitruvio («habitaciones
privadas con balcones y vistas que representan hileras de ventanas»).
En cambio
la unidad de acción se complica con ingredientes inesperados, tal y como
ocurría en Plauto, lo que dota al argumento de intrincados y no siempre lógicos
vericuetos por donde transcurren los acontecimientos.
Ese aspecto
fantástico se complementa con rasgos plenamente realistas, como es el uso de
los dialectos, que abre mayores cauces de comprensión entre escenario y
público, y, sobre todo, la utilización de la prosa, que, siguiendo el citado
modelo boccacciano, naturaliza la expresión oral de los personajes.
Esto no es
óbice para que, a veces, se intentase el uso del endecasílabo. También en el
dramatis personae de estas obras encontramos una galería de tipos de marcado
acento realista, algunos de los cuales pasarán a engrosar las filas de la
commedia dell'arte: criados, jóvenes enamorados, cortesanas, padres severos,
soldados, rufianes, campesinos incultos, incluso figuras singulares, como el
pedante, afirman nuevamente el paradigma boccacciano de donde salieron.
Las
novedades más importantes, respecto de la comedia clásica, pueden estar en la
entidad del prólogo. Entre el modelo plautino, lleno de información, y el
terenciano, con sus notas polémicas propias de los ambientes teatrales, los
nuevos prólogos se acercan más a la segunda modalidad, aportando a la vez el
satírico tono decameroniano y el más divertido y directo del antiguo juglar.
21.2. PRINCIPALES OBRAS Y AUTORES
Aunque a
finales del siglo XV se estrenaron bastantes comedias enmarcadas en el moderno
sentido humanístico, no pocos historiadores hacen coincidir la presentación de
La Corsaria de Ariosto (5 de marzo de 1508), en el Palacio Ducale de Ferrara,
con el nacimiento de dicho género.
Pero quizá
ningún espectáculo de la modernidad y espíritu innovador de La Calandria,
escrito por el futuro cardenal toscano Bernardo Dovici de Bibbiena (1470-1520),
que tuvo lugar en Urbino (febrero de 1513).
Es la
primera vez que se conocía la escena a vista, corpórea, y con relieves. Los
Menecmos, en adaptación libre representada en Ferrara, localiza la acción en
Roma, pero alude a los orígenes plautianos de Modena.
La obra
utiliza levemente la línea argumental de los mellizos separados desde la
infancia. Aunque carece de la línea estructural de la comedia maquiaveliana, sí
abunda en rasgos eróticos, incluso inmorales, y sorprendentes efectos
escénicos. Fue muy representada en su momento.
Podemos
hablar de una primera generación de textos de comedias debidos a los tres
grandes autores de la primera mitad del siglo XVI, Machiavelli, Ariosto y Aretino, seguidos de una pléyade de
obras y autores que se internan en la segunda mitad con total aceptación.
Machiavelli (1469-1527), con La Mandragora
(1518) y Clizia (1525), además de otras traducciones y obras quizá perdidas,
constituye un modelo de la comedia renacentista, que, dentro de los parámetros
del género en ese periodo, plantea situaciones hasta el momento desconocidas en
los escenarios. El argumento Mandragora es el siguiente:
El joven
Calímaco está enamorado de Lucrecia, casada con Nicias, hombre recto y
juicioso, aunque un poco simple y mucho mayor en edad que su esposa.
El
matrimonio tiene el problema de la falta de hijos, sobre lo que el malicioso
Ligurio va a aconsejar que el marido vaya a tomar unos baños.
La trama
consiste en llevar a Calímaco hasta el lecho de Lucrecia, aunque, eso sí,
dentro de la mayor legalidad.
Para ello
idearán un oportuno engaño, en donde el joven amante se hará pasar por médico, que
precisamente utilizará mandrágoras para sus remedios.
Además de
la treta, deberán convencer, sin demasiado esfuerzo, a la madre de la esposa y
a Fray Timoteo, que verá con buenos ojos «la obra de caridad» a cambio de una
suculenta limosna.
En este esquema
se pueden advertir, pues, temas tan renacentistas como la libertad del amor,
rompiendo barreras, moralizando bajo una sólida y divertida norma. Si bien todo
ello refleja su procedencia clásica, remueve el sistema dramático
modernizándolo hasta extremos insospechados.
Ariosto (1474-1533), además de su
personalidad de poeta de gran renombre, escribió para la escena obras muy
estimadas y representadas en su momento: Arquilla, Los supuestos, El
nigromante, El lector de libros prohibidos, La alcahueta y Los estudiantes,
entre otras.
El tercer
gran dramaturgo de este periodo es Aretino
(1492-1557), con textos como La Cortesana, Atalanta, El hipócrita -posible
precedente del Tartufo molieresco - y Marescalco.
Los autores
y obras más representadas de la comedia italiana siguen, por regla general, la
influencia de La Mandrágora, cuyo modelo permanece durante tiempo.
21.3. ORÍGENES DE LA ”COMMEDIA DELL'ARTE”
Siguiendo
por las tendencias populares del mimo latino y de los jaculatori, que tuvieron
cierto arraigo en las farsas de las Sacras Representaciones, la comedia se
apoyaba cada vez más en el movimiento, la burla y la improvisación.
De la
comedia pastoril surgieron temas campesinos en donde el actor tenía absoluta
libertad tanto para su interpretación como para amoldar los textos de las obras
a su propio lenguaje.
Estamos en
un momento en que la literatura deja paso a la improvisación escénica, dentro
de una significativa tendencia popular.
Y es
entonces cuando el poder catalizador del artista creador define unas líneas que
tendrán desarrollo espectacular en los siglos XVII y XVIII. Angelo Beolco
(1502-1542), llamado Ruzante, da sus
primeras representaciones en la Venecia de 1520, con su pequeño grupo que,
procedente de Papua, se introduce en círculos humanistas actuando en palacios
de los grandes del lugar.
En 1529 era
contratado por el mismo Duque Ercole d'Este para representar en Ferrara. Beolco
es un típico representante del teatro renacentista, con labor literaria propia
de la comedia humanista, que sigue dividiendo las obras en los tradicionales
cinco actos, y un trabajo práctico que sirve de lanzamiento de lo que después
se llamaría commedia dell'arte.
Tan precisa
denominación no se dio hasta el siglo XVIII, justamente cuando la principal
característica del género, la improvisación, había dejado de existir.
La creación
del personaje de Ruzante por parte de Beolco, tipo por el que se le conocería
en todos los escenarios, define a las claras sus logros artísticos: destaca el
peculiar carácter campesino, en donde junto al lirismo de su origen se confunde
el ingenio y malicia del hombre que tiene que sobrevivir en un medio urbano
hostil.
Para
determinar el origen de la commedia dell'arte se ha echado en falta una precisa
documentación.
No
obstante, el descubrimiento de buena cantidad de canovacci, guiones o esquemas
de la acción sobre los que improvisaban los actores -auténticos núcleos de las
obras -, fue facilitando la ordenación e interpretación de los primitivos
materiales sobre los que construir la génesis de estas comedias.
Por
ejemplo, los cincuenta publicados por Flaminio Scala, en 1611, los recopilados
por Antonio Passanti en 1699, el manuscrito de Biancolelli o el zibaldone (un
texto más abajo en verde) del padre Placido Adriani.
Alguno de
esos canovacci aparecen repetidos o transformados en siglos posteriores. En
cualquier caso, esos materiales no indican puras improvisaciones, sino que, a
veces, están repletos de diálogos muy precisos y acabados. Más adelante
trataremos de la naturaleza de estas obras.
Placido
Adriani es autor del manuscrito de un zibaldone (1734), recopilación de
prólogos, intermedios, canciones, lazzi, escenas napolitanas, sonetos,
fantasías, enigmas, recitativos, arias, saludos..., toda suerte de piezas de
muy diversos y anónimos autores, con las que se puede formar un repertorio de
commedia dell'arte: ese zibaldone, conocido como el de Perugia, por encontrarse
en su Biblioteca, dispone de 22 scenari o argumentos para espectáculos. Del
núm. 13, titulado La piedra encantada, seleccionamos las escenas 8 a la 15 del
primer acto. Las transcribimos tal y como aparecen en el original:
Escena 8. Coviello, Valerio
Coviello
anuncia al llegar que ya se ha enterado dónde está la casa de Trápola. -
Valerio: así, podrá llevarse a Checca a la fuerza. - Coviello: en esto es más
necesario ser prudente que audaz: que le deje el encargo de este asunto. -
Valerio: quiero al menos verla. - Coviello: ahora es el momento, porque Trápola
ha salido y Coviello llama.
Escena 9. Dichos y Checca
Checca en
la ventana; su propia escena es:
El hombre.
- ¡Mi bien! La mujer. - ! Mi tirano! H. - Al menos...
M. -Frena
la lengua. H. - Escucha mi justificación.
M. -Tus
palabras son sortilegios.
H. -¿Tan
severa?
M. -Tan
compasiva como él.
H. -¡Oh,
abismo de miserias!
M. -¡Oh,
locura de idiota!
H. -¡Oh,
exceso de amor!
M. -¡Oh,
aburrimiento infinito!
H. -Porque
te he amado, la muerte me será querida. M. -Porque te he escuchado, la vida me
es odiosa. H. -Me voy, pues, a morir.
M. -Me voy
para no verte más.
A continuación,
sin dejarle hablar, ella le cierra la puerta en las narices y se retira.
Valerio hace su escena de bruto; por otra parte, no sabe por qué ha cambiado
ella; quiere matarse. Coviello lo detiene, lo consuela; le dice que le deje
hacer, que él se la conseguirá. Valerio, volviendo a tener esperanza, se va;
Coviello se queda.
Escena 10. Dicho, Pulcinella
Pulcinella
llega diciendo que quiere saber lo que ha hecho el mago. Ve a Coviello y le
pregunta si le ha hablado ya. Este le dice que sí, pero que hacen falta diez
escudos que servirán para manipular la piedra llamada heliotropo, que vuelve
invisible a la gente; y que así él mismo, teniendo esa piedra, podrá, sin ser
visto, entrar en casa de Bianchetta y hacer lo que quiera. Pulcinella, feliz,
le da el dinero. Coviello dice que llega el mago.
Escena 11. Dichos, Trápola
Trápola en
la calle. Coviello le dice: «Has llegado a tiempo, amigo mío»; y añade que
Pulcinella es el enamorado de Bianchetta y que ha desembolsado ya diez escudos
para la manipulación de la piedra.
Trápola: lo
tiene todo listo para engañarlo; a continuación entra en la casa. Pulcinella le
pregunta a Coviello qué ha ido a hacer el mago.
Coviello:
coge la piedra. Pulcinella hace sus 1a2 de alegría.
Trápola
vuelve con una piedra grande (como piedra, se coge una caja grande y se pinta
de color piedra).
Trápola: en
media hora, la piedra tendrá toda su virtud de hacerlo invisible.
Pulcinella,
contento, la coge y le da las gracias, y se va satisfecho. Coviello y Trápola
se reparten el dinero; después, Trápola va a su casa; Coviello se va a buscar a
su amo.
Escena 12. Valerio
Ansioso por
saber lo que ha hecho Coviello; mientras espera, quiere informarse por
Bianchetta sobre Checca; llama.
Escena 13. Dicho, Bianchetta
Bianchetta
en la ventana. Valerio la saluda; ella le contesta. El pide noticias sobre la
mujer llamada Checca.
Bianchetta:
al contrario que las demás mujeres, ella no se asoma nunca a la ventana.
Escena 14. Dichos, Coviello
Coviello,
sin aliento, buscándolo. Manda a la mujer a su casa; dice que debe comunicarle
una cosa que le interesa y que le es útil; pero, al ver venir a Pulcinella,
ruega a su amo que finja no verlo -enseguida, se lo dirá todo - y que finjan
luchar a bastonazos, que golpeen a Pulcinella.
Escena 15. Dichos, Pulcinella
Pulcinella
con la piedra. Ellos fingen no verlo y dan una tunda a Pulcinella; y, con la
caída de Pulcinella, fin.
Al aceptar,
en líneas generales, que las fuentes de la commedia dell'arte están en el mismo
teatro, otra serie de elementos componen y matizan las primeras noticias que
existen sobre su carácter específico. Son éstos: los dibujos que ilustran
viejos libritos, las escenografías y los centones hallados de ese periodo
inicial.
Centón es
una especie de breve texto redactado por un actor, que contiene todo un
repertorio de pequeños diálogos, monólogos, acciones de humor prefijadas
(lazzi), a la vez que ciertas notas documentales y legales. El propio Goldoni
hablará de ellos dos siglos después, y del interés de los que pudo cotejar en
su juventud, merced a viejos comediantes.
Tres son
las principales hipótesis sobre la presencia de tan singular género. La primera
es la basada en el elemento regional. Es una evolución de las formas populares
del teatro latino, como el mimo y los jaculatori. La segunda se apoya en el
elemento carnavalesco; en este sentido, las máscaras sugerirían la procedencia
de la fiesta de Carnaval, junto a las celebraciones rituales que en ella
concurren. La tercera vendría como simple transformación de la comedia latina;
lo que Sanesi llamó la vulgarización de la comedia de Plauto y Terencio, teoría
poco aceptada en la actualidad.
21.4. CARACTERÍSTICAS DE LA “COMMEDIA DELL'ARTE”
De cada una
de las anteriores hipótesis, sean o no ciertas en toda su extensión, surgen
otras tantas características fundamentales de la commedia dell'arte:
1. Tipificación
dialectal. Los actores interpretaban aportando todo un bagaje de
conocimientos y saber popular, en donde el idioma jugaba principal papel. La
vieja división regional italiana, que origina toda una rica variedad dialectal,
es, así, aportada a este tipo de comedia popular. La tradición, y la lengua,
marcan la procedencia bergamasca de Arlequín y Brighella, el origen napolitano
de Pulcinella, la ascendencia veneciana de Pantalón o la boloñesa del Doctor.
De esta manera, los actores fueron especializándose en cada uno de estos tipos,
funcionando sus rasgos localistas como inspiradas notas de humor.
2.
Caracterización del personaje. Cada uno de los más importantes tipos de la
commedia dell'arte tiene su máscara, que ha ido conformándose a lo largo del
tiempo. Tales máscaras, cuyos orígenes pueden remontarse a las del más
primitivo teatro latino, definen nítidamente en su elemento carnavalesco la
entidad de cada personaje. Habría que añadir en este punto la propia
personalidad del vestuario, los anteriores rasgos dialectales y la entidad
definidora de cada uno: glotonería, desconfianza, pusilanimidad,
concupiscencia, etc.
3. Improvisación. Aunque ya existían
improvisaciones en las atelanas y mimos, los actores de la commedia dell'arte
lo hacían sobre esquemas o argumentos predeterminados en los canovacci. Muchos
de ellos procedían de textos antiguos, adoptando sus tramas en beneficio de las
nuevas formas imperantes en la escena renacentista. Al fondo del tablado, tras
el foro, se colocaba un libreto en donde los actores cotejaban las entradas y
salidas que debían efectuar, aunque los diálogos podrían variar o evolucionar
según la habilidad o inspiración de los cómicos.
Junto a
estas características, se han señalado otros elementos que definen, asimismo,
el género.
Tales
elementos surgen de la propia vitalidad del teatro de la época y de su
esplendor. Entonces, el arte dramático estaba necesitado de una dedicación
total por parte de sus integrantes.
Estos
empezaron a agruparse en torno a compañías ("Los fieles", "Los
confidentes", "Los celosos", "Los deseosos", etc.),
haciendo de su trabajo una profesión estable.
Ello
facilitó el conocimiento y fama de los principales intérpretes, cuya presencia
en los escenarios era celebrada por el público.
Los
espectadores llegaron a identificar al actor con su máscara, y se regocijaban
con las típicas ocurrencias de tan experimentados comediantes.
En
situaciones de plena lucidez, un intérprete inspirado modificaba su actuación,
añadiendo recursos propios e inconfundibles. Eran los lazzi: unas escenas más o menos breves, siempre de tono humorístico
y jocosos, que con o sin palabras se improvisaban en momentos determinados.
Dichos
lazzi, definidos a veces como "pasajes de bravura", contenían todo
tipo de recursos propios del actor: el canto, la acrobacia o la expresión
corporal.
Se han
llegado a delimitar algunos de tales lazzi, se han estudiado los más celebrados
por el público, como el de la pulga o la mosca cazada, la merienda de cerezas
cuyos huesos se tiran hacia otro personaje, el atranque repetido de un
personaje en determinada palabra, los criados atados por la espalda que comen
del mismo plato, etc.
Estos
elementos proporcionan un gran dinamismo a las representaciones, lo que
configura un espectacular movimiento general en dichas comedias, con abundantes
entradas y salidas, caídas, golpes, equívocos y engaños.
Por otra
parte, el éxito de estas obras hacía que el público de una misma ciudad
quisiera ver un amplio repertorio, trabajo hasta cierto punto imposible, a no
ser que se utilizaran variaciones sobre el mismo tema, cosa habitual en la
commedia dell'arte.
La
necesidad de efectuar giras, llevando modestos decorados, y la obligación de
sostener repertorios, obligaba a memorizar más argumentos que diálogos, los
cuales irían surgiendo del ingenio del actor.
21.5. TÉCNICA Y ESTRUCTURA
Este
entramado de elementos se conjugaba en la representación, para la que existía
un orden determinado, pese al carácter improvisador del género. Las compañías
tenían una especie de director de escena que, pese a dejar cierta libertad de
movimientos, creaba un sistema de ejecución que venía fielmente reflejado en un
libreto que estaba situado al fondo del escenario.
Ese
director, denominado concertadore, o corago, o capocomico, era también uno de
los intérpretes, generalmente el principal.
Al comienzo
de la representación solía salir al extremo del tablado, junto con su elenco, y
explicaba el argumento de la representación, con indicación de alguna novedad
escenotécnica o de simple atrezzo, pasando inmediatamente a la actuación.
Tras ese
prólogo, se desarrollaba la trama, generalmente en tres actos, con sus
intermedios, llenos de música, danza, acrobacias, canciones, mimo y todos los
recursos imaginables en actores de tanta pericia.
A grandes
rasgos, toda comedia dell'arte está compuesta por una intriga que se enreda y
desenreda sucesivamente, gracias a raptos, engaños, peleas, brotes de locura,
palizas, duelos y todo aquello que más pudiera deleitar al público.
Las obras
se basaban en un canovaccio, que da origen a espectáculos sumamente
irregulares, con momentos en donde prima la palabra junto a otros de música,
canciones y bailes. Todo unificado gracias al arte del actor, que puede romper
el propio discurso textual con los citados lazzi. Uno de esos canovacci podría
ser así de sencillo:
Sale
a escena un rico veneciano y alaba las alegrías del amor.
Recibe
una carta que le arranca momentáneamente del lado de la hermosa cortesana.
Pantalón
y su criado Zanni cortejan a la abandonada.
Un
noble español aparece como el rival más privilegiado.
Escenas
de confusiones y palizas, serenatas mal dirigidas, batallas quijotescas se
atropellan entre sí.
Al
final hay una pacífica reconciliación, y actores y espectadores se unen en un
baile italiano.
Los temas
de las comedias tenían evidentes identidades. Aunque toman del clasicismo el
eje amoroso que sirve para engarzar cualquier historia, participan también de
casi todos los géneros dramáticos utilizados hasta la fecha: desde la tragedia
a la simple comedia, pasando por la tragicomedia y la comedia pastoril.
Todos con
una clara desconexión con el realismo, al que se acude tan sólo para connotar
circunstancias de actualidad.
Las
compañías estaban formadas por unos diez o doce actores, a los que podían
unirse comparsas del mismo pueblo o ciudad en donde representaban.
Dichos
actores, como hemos indicado, disponían de un amplio margen para la
improvisación, pero también estudiaban sus trabajos con todo rigor,
ejercitándose en todas y cada una de las artes que debían manejar.
Existía la
tradición del paso de papeles de padres a hijos, o de maestro a discípulo;
quienes representaban a Arlequín, Brighella o Pantalón lo hacían de por vida,
en una continua experimentación del mismo personaje. De ahí que tales tipos no
tengan edad o, mejor dicho, tengan la del actor que los acoge. En este sentido,
la máscara no sólo no es condicionante, por cuanto apenas deja ver más que una
porción del rostro, sino que forma parte del actor y del personaje.
Empieza
donde empieza el personaje y acaba donde lo hace el actor. Es un material
integrador de dos entes distintos que se unen en uno solo cuando se instala en
un único rostro.
21.6. PERSONAJES Y MÁSCARAS
Como se
puede deducir, cada actor de la commedia dell'arte constituía un personaje; y
cada uno de ellos estaba caracterizado por una máscara.
El estudio
de éstas nos transporta necesariamente al de los mismos personajes, y éstos a
aquéllas. El conjunto forma una galería de arquetipos, enormemente codificados,
con unas características propias e intransferibles que constituyen el conocido
elenco de la commedia dell'arte.
Tres
categorías se pueden clasificar en primera instancia: los criados, los amos y
los amantes.
Los
criados
El origen del criado es común en todos
sus tipos: un campesino pobre que llega a la ciudad y desarrolla su ingenio
para remediar el hambre, al tiempo que vive determinadas aventuras,
generalmente con un amo ocasional. Es el perfil de los zanni (criados), cuya
procedencia rural puede justificar su etimología: zan, sanni, quizá diminutivo
o despectivo de Giovanni.
El más famoso de los zanni es Arlequín, astuto y necio criado
originario de Bergamo, al tiempo que ingenuo e intrigante, más indolente que
trabajador. Su pobre aspecto caracteriza el vestuario, lleno de parches y
remiendos, que sólo tardíamente se sofistican en el conocido e impropio traje
de rombos. Su astucia se plasma en el trabajo de servir a más de un amo a la
vez, y cobrar, pues, más de un salario; y su necedad, en el aceptar recibir sin
rechistar algo más que dinero: golpes. La máscara de Arlequín está
caracterizada por ser de cuero negro y llevar unos grandes bigotes. La
evolución del personaje en la escena francesa hizo que desaparecieran dichos
bigotes.
El más popular compañero de Arlequín es
Brighella, otro zanno bergamasco,
con nombre que puede proceder de briga, del italiano brigare, engañar. Bastante
similar en todo a su compañero, es mejor consejero que aquél, aunque más
tentado por el vicio. Es capaz de ofrecer a su hermana al mejor postor,
burlándose al mismo tiempo sin piedad de los viejos, para lo que enfatiza su
ronca voz. Va vestido de blanco, con adornos verdes. Su máscara, llena de
ironía, está rematada por una especie de boina.
Polichinela
(Pulcinella), de origen napolitano, define su fisonomía por su estupenda joroba
y traje blanco. Es un criado filósofo, resignado a su suerte, que no es otra
que pasar hambre y sufrir burlas. Tales desgracias las vence cantando. Su
máscara es negra, y en ella sobresale una importante nariz de gancho. El
aspecto y movimiento hicieron fácilmente mudable su persona en marioneta,
modalidad que se presenta con harta frecuencia. Su gramática parda lo hace
idóneo para animar fiestas locales, haciendo gala de un notable sentido crítico
para la política. Su evolución más notoria ocurre en Lyon, en donde se bautiza
con el conocido nombre de Monsieur Guignol.
Otros criados que tienen presencia
continua en la commedia dell'arte, a veces con espectaculares papeles y
máscaras, son Pedrolino, Truffaldino, Scapino, Sganarello, Ganassa, Tartaglia,
etc.
En mujer, el tipo de criada de Colombina ha sido, a la vez que
compañera de Arlequín, la chica pretendida por el amo, viejo que cree ver en su
coquetería una esperanza a sus devaneos. Otras criadas significativas en el
género son Coralina, Esmeraldina y Pasquetta. En definitiva, contraposiciones
femeninas del zanno, la zagna, cuya representante por antonomasia sería
Francisquita.
Los
amos
En este campo situamos en primer lugar
a Pantalón, rico y viejo comerciante
veneciano, que en su origen era llamado Magnífico. Algo tacaño, desconfiado y
libidinoso, tiene hija casadera, que representará a uno de los enamorados. En
cualquier aventura que acometa irá siempre acompañado por un zanno, que lo
introduce en peligros para él insospechados. Lleva una gran capa negra que
cubre un largo jubón encarnado. En su máscara, también negra, destaca una
perilla de chivo blanca, junto a una enorme nariz ganchuda.
El Doctor
es de Bolonia, de cuya universidad dice proceder, aunque su supina ignorancia
caracterice otra cosa. Tal ignorancia la denota a cada instante, con una
peculiar habla, en donde mezcla su origen boloñés con un divertido latín
macarrónico. Lo confunde todo a cada instante, siendo su lógica tan aplastante
que es capaz de decir: "Lo que no es verdad es simplemente mentira."
Viene a ser, por consiguiente, el rasgo crítico al humanismo, del que se
despegan estas comedias. Viste de negro, con un amplio lechuguino blanco que
circunda su cuello, casquete también negro, y, sobre él, un enorme sombrero de
alas anchísimas. Su máscara es una prolongación de la de Pantalón, su verdadero
complemento.
En el Doctor, mayor importancia tiene
la significación de sus textos que la de sus gestos.
El Capitán
no es exactamente amo, pero tampoco criado, y de enamorado sólo tiene la
pretensión. Sin embargo, ocupa el tercer vértice del triángulo satírico del
poder que establece la commedia dell'arte.
Si Pantalón representaba el económico,
y el Doctor el intelectual, el Capitán personifica el poder militar.
De ahí que esté mejor relacionarlo con
los amos o poderosos que con los criados, a los que achanta y humilla como
campesinos que son.
El Capitán puede apellidarse Spavento,
Scaramuccia, Matamoros, Brandimarte, Basilisco, Martebellonio, Spaccamonti o
Fracassa.
Es un tipo muy característico,
procedente del sentir crítico italiano sobre la presencia militar española en
sus tierras. En efecto, el Capitán es español, a la vez que fanfarrón,
pusilánime y cobarde: el tradicional Miles gloriosus.
Habla por los codos, y sus continuas
bravatas, que lo caracterizan como el terror de los lugareños, se convierten en
duelos imposibles. Su vestuario es el característico del oficial español del
siglo XVI, con sombrero de plumas, exagerado espadón y voz profunda y
sobrecogedora.
Callot lo describe con pintorescas
máscaras, pero Bellemore lo interpreta sin ellas en el Hôtel de Bourgogne,
hacia 1672, según litografía de Lauglumé.
Los
enamorados
El grupo de los enamorados (innamorati)
está formado por una pareja de jóvenes, que suelen ser hijo o hija de Pantalón
y del Doctor o viceversa. Llevan nombres tan bucólicos como Rosana y Florindo,
Isabel y Octavio, Angélica y Fabricio, etc.
Su principal y casi exclusivo cometido
en la comedia es amar y ser amados.
También las cortesanas aparecen cuando
la acción lo precisa, jugando su tradicional papel.
Estos personajes suelen ir sin máscara,
al igual que sucediera con Colombina, como si la procedencia petrarquista de
los enamorados los dignificara frente a los fantoches con los que conviven en
los escenarios. El elemento crítico, por consiguiente, está mucho más atenuado.
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