Parte 01 - Génesis de lo escénico
Génesis del elemento teatral
1.
Introducción
2. Rito y
comunidad: hacia un concepto del teatro
3. El
chamán, ¿primer actor?
4. Formas
escénicas en los pueblos orientales
*
En el antiguo Japón
*
La India antigua
*
Israel
*
El antiguo Egipto
1. INTRODUCCIÓN
No nos será
difícil imaginar que en un pasado ya muy lejano de nosotros, un pasado que se
pierde en la noche de los tiempos, el hombre sintiese la necesidad de
comunicarse con sus semejantes: para pedir ayuda, para dar órdenes, para
rechazar algo, para expresar sus miedos y sus afectos... Nuestros antepasados
estaban inventando la comunicación (1). ¿De qué medios se valieron para ello?
Hoy en día, en nuestro mundo occidental, casi todo lo resolvemos con el
lenguaje oral, articulado. Pero es fácil suponer que en aquel lejano periodo
nuestros antepasados echaran mano de todo su ser:
○
de los pies,
○
de las manos,
○
de la expresión
○
de sus rostros,
○
de la voz que, antes de la lenta adquisición del lenguaje estructurado,
transmitiría sus mensajes por medio de las modulaciones de timbre y volumen.
Evidentemente,
todo esto no era todavía teatro, ni siquiera teatralidad. Era simplemente
"diálogo", comunicación elemental y primaria. Sin embargo, todos
estos elementos y códigos (basados en el gesto, el movimiento, la voz...)
formarán parte del lenguaje múltiple del teatro.
El teatro
oriental está conformado por todos esos códigos, a los que unirá la danza,
siendo la palabra uno más de sus lenguajes, contrariamente a lo que ocurre con
el teatro occidental en el que es el principal sistema dramático comunicativo.
Volviendo a
aquellas primeras civilizaciones, nos imaginamos al hombre indefenso ante la
Naturaleza mágicamente dadivosa, pero también furiosa y hostil. El hombre debió
entonces mirar a la Naturaleza y sentirse muy pequeño frente a ella. Así que
empezó a considerar a sus elementos principales (el sol, la luna, el mar,
algunos animales, (también bosques, ríos, montañas…) como a seres superiores.
Dicho de
otro modo, el hombre empezó a divinizar esos elementos y a comunicarse con
ellos. Pero esta comunicación con los elementos divinizados debía diferenciarse
de la establecida con sus semejantes, ya que ante los primeros el hombre se
sentía muy inferior. De ahí que los objetivos de esa comunicación fueran,
esencialmente, suplicarles, invocar benevolencia, pedirles favores (que la
tierra fuera generosa en frutos), darles gracias. Para hacer más eficaces estas
preces, los hombres debieron reunirse en clan o comunidad.
2. RITO Y COMUNIDAD: HACIA UN CONCEPTO DEL TEATRO
En el paso
de la comunidad recolectora o agrícola a la cazadora, los hombres encontraron
modos de ritualizar el trabajo con sus preparativos y celebrar los éxitos.
En el
primer caso, las imágenes que nos descubren las pinturas rupestres demuestran
una incipiente función de la ficción dramática; disfrazarse de animal.
Revestido con una sofisticada piel y untado de oloroso sebo, el hombre engañaba
al rumiante interpretando un primer papel por el que cobraba, si no dinero, sí
cueros y carnes.
Después
vendría la ceremonia del despiece, con su correspondiente y ancestral culto.
Tanto la
comunidad agrícola como la cazadora, que finalmente llegan a coexistir,
desarrollan un sentido de organización colectiva de los trabajos, es decir,
empiezan a codificar lenguajes muy determinados, entre los que destacamos el de
la representación simbólica.
Las tribus,
a lo largo de siglos y siglos, van conformando ritos, ceremonias y formas de
expresión primitivas, en las que aparecen los primeros gérmenes de teatralidad.
En las
fiestas de epifanía de aquel lejano mundo se establece una especie de
comunicación, poblada de aspectos simbólicos y misteriosos, que inventa formas
dramáticas llenas de ideas metafísicas. Son ellas las que asientan una
mitología que, por regla general, trata de conmemorar fechas o acontecimientos
muy determinados, apoyados en efemérides que fijan los calendarios.
Todo esto
proyecta un importante carácter de acción participativa propia de una
colectividad (que refuerza los lazos parentales y contribuye a la estabilidad
de las jerarquias tribales asentadas).
Hemos
hablado de teatralidad. Entendemos por tal la serie de manipulaciones que se
producen en un hecho concreto para poner en relación un espacio ficcional con
otro real (similar a la relación entre sueño y vigilia); el primero debe poseer
los requisitos para establecer dicha relación de forma convencional; el segundo
estará ocupado por un grupo de receptores dispuestos a aceptar dicha relación.
Entre emisores y receptores se establece una comunicación especial cuyo código
viene dado por las aludidas manipulaciones.
Así pues,
podemos encontrar una incipiente teatralidad, no cuajada en toda su extensión,
en las primitivas ceremonias que los antropólogos nos dicen que existieron
desde los albores de la humanidad.
En ellas,
nuestros antepasados danzaban y danzaban, cantando breves salmodias, en torno a
un objeto físico o psíquico (ídolo, tótem…). En esos rituales, los sistemas de
comunicación eran intraficcionales, es decir, o todos bailaban, o todos se
sumergían en el mismo espíritu participativo.
Estamos
usando el término teatralidad y no el de teatro. Para que éste se produzca, aún
se habrán de delimitar las fronteras de la relación extraficcional, y enfrentar
a quienes actúan con los que ven.
Como
sabemos, el término griego theatron, derivado del verbo theáomai - ver,
contemplar - vendrá a significar el lugar desde donde se ve la escena.
En estos
inicios, las ceremonias tribales de súplica o de agradecimiento se expresaban
por medio de signos fuertemente codificados en los que intervenían los
lenguajes a que ya hemos hecho alusión (voz modulada - posteriormente palabra
con significación previa -, expresión corporal, máscaras, música, danza...).
Como toda
la colectividad participaba, era preciso que las formas estuviesen prefijadas
de antemano. Y no sólo eso. Se trataba también de formas depuradas, ya que para
comunicar con los elementos divinizados, la comunidad debía dar lo mejor de sí
misma. El espacio participaba igualmente del carácter sagrado del rito y de su
ejecución, que, por otra parte, contribuía a confirmar la continuidad del grupo
social como tal.
3. EL CHAMÁN, ¿PRIMER ACTOR?
Pronto
destacó una persona con cualidades especiales (brujo, adivino, vidente), entre
ellas la de curar (curandero).
El grupo
interpretó que esta persona estaba próxima a la divinidad y que sus dones le
venían de nacimiento o por influjo directo de dicha divinidad (poseso). Este
individuo será el chamán, especie de mago, sacerdote y hechicero, cuya
influencia en el grupo fue enorme. Su trabajo se inscribía dentro de la antigua
evocación de rituales animistas de alto componente sincrético, necesario para
la consecución de un poder mágico que le permitiera apropiarse de las almas
para obtener la experiencia o sabiduría de sus antepasados.
Aportaciones
de modernos investigadores han revelado que los chamanes contaban con un
programa de preparación que recuerda al de los actores.
Aprendían
desde prestidigitación hasta nociones de pantomima, pasando por el arte de
fingir desmayos, simular crisis nerviosas, vómitos, y un sinfín de trucos que
daban a su oficio cierto tono didáctico, sólo que con una importante
diferencia: esas prácticas eran más existenciales que artísticas.
Todos los
miembros de la comunidad eran actores del mismo espectáculo, aunque con
diferente cometido; dos principales, el curador y el por curar, y una serie de
testigos, o coro mudo, cuando lo había.
La función
principal del chamán era convencer de una realidad imposible que no imitaba a
la verdadera, aunque en ella la subconsciencia jugara un papel importante. Su
intención principal era la de curar; no la de recrear una ficción. Estamos ante
un caso muy limitado de actor, con funciones próximas a las del intérprete
moderno, pero con profundas diferencias.
Situación
similar encontramos en los primitivos danzantes, que no efectuaban su ritual
como simple demostración gestual de una técnica, sino, al contrario, con el
explícito deseo de comunicar con fuerzas desconocidas de la Naturaleza, y con
el fin de lograr de ellas determinados favores. Estas incipientes
manifestaciones no debemos confundirlas con las primeras formas auténticamente
teatrales que de aquéllas brotaron, y con las que seguirán conviviendo a lo
largo de los siglos.
Hemos de
distinguir entre el rito o comunicación no fingida, en la que todos son
participantes en la acción y el teatro fundado no en la realidad o en el rito,
sino en la figuración -ficción- de dicha realidad o de sus formas rituales,
estando destinada a un público que no participa (público pasivo) en su
realización.
Dicho con
Aristóteles: la ceremonia de concesión de poderes a un jefe de tribu, o la
coronación de un rey, no es teatro; pero lo será cuando tenga como sujetos no
jefes o reyes, sino a actores que lo finjan.
Pero
veamos, antes de pasar al teatro propiamente dicho, algunos de los mitos
previos que sustentan las ceremonias preteatrales. En el origen de todas las
culturas orientales nos encontramos con la presencia de formas que luego hará
suyas el teatro.
4. FORMAS ESCÉNICAS EN LOS PUEBLOS ORIENTALES
En el
antiguo Japón, Amaterasu, diosa del Sol, molesta con su hermano Susano, decide
encerrarse en una profunda cueva. En ese preciso instante desaparece la luz de
la faz de la tierra. Los dioses han de imaginar un modo de sacar a Amaterasu de
la gruta a fin de devolver la claridad a la tierra. Colocan entonces en un
árbol, a la entrada de la cueva,una serie de atractivos adornos, joyas, espejos
y banderolas de cáñamo (escenografía), mientras que la familia interpreta una
danza preñada de sones de pífanos y tambores. Ante tan espectacular montaje, en
donde intervienen una buena variedad de lenguajes propiamente teatrales,
Amaterasu se enternece y sale de la gruta, con lo que el mundo vuelve a
iluminarse (símbolo de la noche y el día o del invierno y la primavera).
Esta
primitiva ritualización procede de mitos cuya entidad se concreta en la cultura
de este pueblo. De ahí la especificidad de sus formas escénicas. Pero su
sentido litúrgico parte de la interpretación que los sacerdotes, hacen de los
dioses danzantes.
La primera
obra en verso de aquella dramaturgia, utai, se atribuye al mismo dios Susano, que
salvó a la princesa Inoda de una serpiente que la amenazaba.
Los hombres
tendrán la misión de perpetuar sus acciones a través de la repetición del mito.
En Tibet,
las primitivas formas religiosas budistas tienen lugar en una serie de
misterios tibetanos, doce aproximadamente, que se representaban en, monasterios
y prados. En un escenario entoldado y sin decorado, se daban auténticas glosas
salmodiadas, en las que no faltaban sus notas humorísticas, a cargo de diablos
o personajes de muy baja condición social.
La India antigua
En la
India, Brahma añadió a sus cuatro libros sagrados un quinto dedicado al teatro,
el Naytya-Veda. Esta obra no fue comunicada a los hombres y sólo pudo ser
conocida, y no íntegramente, gracias al rishi Bharata que, como buen profeta,
hizo de intermediario con su Natya-Sastra cuyos versos sí pudieron servir de
modelo a los poetas humanos.
El Natya
Veda trata de la danza, el canto, la mímica y las pasiones.
En la India
se cree que el teatro es de origen divino, como ya hemos apuntado. El hinduismo
es considerado como la forma artística más completa, ya que da cabida a todos
los géneros de poesía, épica y lírica, a las variantes lingüísticas (sánscrito
y prácrito), a las artes del movimiento, la danza y el mimo.
Con el
krishnaísmo comenzó el auténtico desarrollo del arte escénico en la India.
Había que
contar con un dios-héroe, cuyas excelencias se pudieran narrar, y ninguno tan
atractivo como Krishna, joven audaz que lucha contra los demonios y ama a las
pastoras. El motivo de su nacimiento, con estampas que recuerdan civilizaciones
más próximas, es punto central de su conmemoración. Alrededor de un establo, y
frente al emotivo cuadro en donde se puede ver a Krishna junto a Devaki, su
madre, la danza aparece llena de connotaciones litúrgicas. La celebración de
tan atractivo dios está rodeada de una ceremonia con cierto comportamiento
escénico.
El teatro
indio en sus orígenes era religioso, más tarde dará cabida a lo profano. Entre
uno y otro, aparece una forma auxiliada por la danza y la música: el mimo. En
realidad, el teatro indio mostrará situaciones y acciones para crear
determinados estados anímicos en el espectador.
Cuando la
acción (movimiento, danza, mimo) basta para exponer la trama de la obra, se
podrá llegar incluso a prescindir de la palabra. No obstante, se dan actos que
la convención escénica (también ética y poética) aconseja no mostrar para no
herir la sensibilidad del espectador (la muerte, un combate, un acto amoroso).
Estos acontecimientos serán transmitidos sólo por la palabra.
La antigua escena en la India era muy
primitiva.
Una cortina constituía el fondo del
escenario durante toda una representación; tras ella se colocaban los actores
mientras no representaban, se cambiaban de vestuario, se producían ruidos,
murmullos de la multitud, voces, etc.
Este teatro no tenía ni decorados ni
bastidores. Pero prescribía con detalle el vestuario de los actores de acuerdo
con los personajes que representaban.
Por lo demás, los gestos, la mayoría de
las veces, se limitaban a insinuar lo que querían mostrar, dejando que el
espectador completase con su imaginación lo que en el escenario se sugería.
Siguiendo a los personajes, el
espectador debía trasladarse por los más apartados lugares a los que la acción
le transportaba."
Una
representación típica comenzaba por la bendición y elogio de un dios, por lo
general el dios Shiva, el mayor danzante. Según las prescripciones del rishi
Bharata, convenía tener contentos a los dioses. Para ello, antes de la
representación, se ejecutarán diferentes - tipos de cantos y danzas, se erigirá
el estandarte del dios Indra, junto u a otras ceremonias.
Le seguía
un prólogo, en el que el actor principal habla con su mujer o con sus
colaboradores sobre el tema de la obra que van a representar, con vistas a
situar al público en su historia.
Sin
transición se pasaba a la representación propiamente dicha. Al final, la
representación terminaba con una nueva fórmula de invocación religiosa, en la
que se pide el bien del soberano y su pueblo, que la tierra fuera generosa y
prosperasen las ciencias y las artes.
La duración
de un espectáculo teatral en la India antigua podía ser considerable (hasta más
de 8 horas).
Los
Shakuntala tenían siete actos; los Mricchakatika, diez. Un ejemplo de los
primeros en la literatura oriental sería Shakuntala o Anillo del destino, de
Urvazi. A veces, un espectáculo iniciado a la caída de la tarde podía durar
hasta las cuatro de la madrugada.
Por último,
hemos de indicar que, en la India, contrariamente a lo que ocurre con la
tragedia griega, todos los espectáculos deben tener un final feliz para el
héroe, como en los cuentos. Si, en alguna obra, el héroe muere, será para
resucitar pronto a la vida.
Lo
religioso da plena cabida a lo maravilloso y fantástico, pudiendo hacer figurar
conjuntamente a dioses, héroes, hombres mortales y animales (la vaca, el
elefante, el león).
Selección de Máximas del Natya-Castra.
Terminamos
esta breve excursión sobre los orígenes teatrales de la antica India, con
algunas máximas muy significativas del libro de Brahma
(Texto
de Brahma)
El teatro, don del cielo para guía del
hombre
Y dijo Brahma:
- El Teatro describe las manifestaciones de
este Triple mundo en su totalidad.
- La ley tanto como el juego, y la riqueza,
y la quietud, y la risa, y la guerra, y la pasión, y la muerte violenta.
- Ley para quienes la ley siguen, pasión
para quienes a la pasión se entregan, disciplina para quienes al mal se
encaminan, autodominio para quienes a sí mismos saben conducirse.
- A los eunucos da valor, a los bravos
energía; aviso a los inconscientes, a los sabios perspicacia.
- Y pues se reviste de las manifestaciones
varias de la vida, encarnando las diversas fases de la acción, yo, Brahma, he
construido este Teatro en conformidad con el movimiento del mundo.
- De este modo, por medio de los sabores,
los sentimientos y sus modos todos de movimiento, este Teatro será para todos
fuente de enseñanzas.
- A los acosados por desdichas, penas y
trabajos; a los abrasados por un fuego interior: a todos ofrecerá el Teatro un
refugio en esta vida.
- Porque al mostrar los senderos de la ley,
de la gloria, de la longevidad y de la gracia, y al fortalecer la inteligencia,
este Teatro será para todos fuente de enseñanzas.
- Que no hay conocimiento, ni oficio, ni
ciencia, ni arte, ni forma de actividad, ni método que no deje visibles este
teatro.
- No debemos ignorar que el Teatro
representa las acciones completas de los dioses y los titanes, de los reyes y
del pueblo, así como de los Profetas de la palabra sagrada.
- Todas las naturalezas individuales del
mundo, con sus mezclas de dicha y de desdicha, representadas por la mímica
corporal y los demás medios de expresión: esto es lo que se entiende por
Teatro.
- Al Saber sagrado, a la ciencia y a los
mitos, proporcionará un lugar de audiencia, y a la muchedumbre un divertimento:
tal ha de ser el Teatro.
El dramatismo de los textos bíblicos. Israel
Las más
conocidas referencias espectaculares están en los libros del Antiguo
Testamento.
Recordemos
las danzas de los levitas; o ese sugestivo libro, modelo de drama
erótico-místico que es El Cantar de los Cantares, cuyo reparto está configurado
por dos personajes principales, el Esposo y la Esposa, así como por un
magnífico Coro que les da respuesta; o el drama de Job...
El teatro
occidental, desde la Edad Media, acudirá a la Biblia con frecuencia, no sólo en
busca de temas y de historias, sino también en busca de lenguajes y formas
teatrales.
El antiguo Egipto
Aunque los
secretos del viejo teatro egipcio no se conocen con precisión sí se sabe que en
el año 2000 a. de C. ya había manifestaciones dramáticas en las tierras del
Nilo, en la mayoría de los casos presididas por el conocido culto a la muerte
que esa civilización profesaba.
Los
egipcios representaban a los vientos, la vida diaria y sus costumbres, y los
hechos sagrados procedentes del culto a los dioses, siempre a través de danzas
y canciones.
La más
famosa de estas celebraciones tenía lugar en torno a Osiris, y se desarrollaba
en el desierto, delante o en el interior del templo. La duración era de ocho
días, que corresponden a cada uno de los actos de la obra. Los intérpretes
-sacerdotes y pueblo-, usaban un vestuario en el que dominaban las telas
blancas, transparentes para las muchachas. Los actores llevaban gran cantidad
de adornos corporales, como pelucas y trenzas, y fuertes colores para el
rostro, empleando la anilina para azular los ojos.
La obra
narra los hechos de la diosa Osiris, al principio defendida de sus enemigos por
Boboo, y luego transportada en una barca, junto a sus cortesanos, por las aguas
del Nilo. El centro del espectáculo lo constituyen los rituales por la muerte
de Osiris y, sobre todo, por su resurrección y entrada en el templo. La obra
contiene una parte que se oculta al pueblo: la entrada del faraón y del
sacerdote al cuarto de los secretos.
Resumiendo:
Todas las
celebraciones tienen un origen similar: el culto a divinidades, con formas de
representación imaginativa (que inducía cierta hipnosis colectiva)
caracterizadas con distintas fisonomías según la particular idiosincrasia de
cada pueblo y condicionadas por las peculiares situaciones geofísicas,
climáticas y recursos ambientales...
Todas
surgen de un esquema parecido:
* espacio
sagrado, templo o altar;
*
primitivos actores-danzantes que giran a su alrededor;
* disfraces
(máscaras, maquillaje, vestuario...);
*
comunicación (escénica) ritual, con danza, música, gestos...;
* comunidad
participante.
Grecia se
beneficiará de las aportaciones de los egipcios. El culto a Dionisos, origen
del teatro griego, como veremos en el próximo capítulo, se fijó en Atenas
siguiendo conocidos rituales venidos de las proximidades del Nilo, mientras que
el de Zagreo (Dionisos niño) entró por la meseta de Anatolia. Dice Luciano que
"Orfeo y Museo, al instituir los misterios, ordenaron que se pudieran
explicar las cosas santas sin la danza y el ritmo".
La
diferencia principal entre los cultos de civilizaciones señaladas anteriormente
y la civilización helénica, de donde surgirá el teatro occidental, es que
aquéllas tardaron en independizarse del culto a los dioses, mientras que
Grecia, sin olvidar tales orígenes, supo pasar también a imitar e implorar a
los héroes de la mitología y de la historia, al hombre, "medida de todas
las cosas", que diría Protágoras.
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